lunes, 17 de diciembre de 2012

Gritar para no dejarse avasallar


El otro día una amiga internauta escribía en un post como desde su entorno le recomendaban no posicionarse en determinados temas o, al menos, no hacer tan visible su descontento, habida cuenta de las amenazas más o menos veladas que sobre la crítica, del tenor que esta sea es lo de menos, van sucediéndose. Confieso que me sentí reflejada en ese “ten cuidado” que he oído más de una vez en estos meses. Pese a ello, creo que debo seguir escribiendo en este blog lo que siento, porque lo que no puedo es no hacer nada. No debo tampoco. No voy a hacer como que las cosas no pasan….para esperar a que pasen. No, porque no creo que la inacción sea el camino.

Decía alguien hace unos meses “quiero echarme a dormir y despertar cuando esta pesadilla haya terminado”, pero no termina, el desasosiego aumenta y el clamor ciudadano se va incrementando según los resultados de las medidas adoptadas se perciben por una población cansada, aturdida, exhausta de poner todo de su parte para que una pequeña parte viva cada vez mejor.

No puedo dejar de gritar, porque si lo hiciera estaría colaborando a que se extendiese la infamia, que  los funcionarios no son los causantes de todos los males y que  una rebaja más de sus exiguos sueldos no va a sacarnos de una  crisis en la que ellos no nos han metido.

No puedo dejar de gritar, aunque sea de este modo, que la Justicia está siendo mercantilizada, que a partir del día de hoy, en que se comienzan a cobrar tasas injustificadas, los más no tendremos posibilidad de recurrir decisiones que consideremos injustas porque no tendremos recursos económicos para pagar los costes que supone hacerlo.

No puedo dejar de gritar, desde estas lineas, para que todos aquellos implicados en el desastre que asola el país, todos ellos, paguen por lo que han hecho dando con sus huesos en la cárcel.

Es imposible parar de gritar, aunque solo sea escribiéndolo,  hasta que la ciencia en España sea considerada un activo de primer nivel y financiada adecuadamente para  aprovechar el talento de nuestros jóvenes investigadores, esos que tanto nos ha costado formar.

Hay que gritar para  que nos oigan que es más importante la salud de los ciudadanos que las cuentas de resultados de la Unión Europea, hay que gritar para que los dependientes no sean olvidados por un Estado que se define como Social.

Voy a gritar porque no quiero que ningún chaval se quede sin comer como debe o no pueda estudiar porque su familia no pueda costeárselo.

Voy a gritar hasta que los partidos políticos recuerden que su razón de ser es la representación de la voluntad soberana del pueblo y que deben funcionar con democracia y transparencia para volver a contar con la confianza ciudadana.

No voy a dejar de gritar hasta que los ciudadanos participemos realmente en los asuntos de gobierno y administración, porque echarle la culpa a la política, al sistema, a sus costes, no deja de ser un engaño más de esos mercados que pretenden decidir sobre nuestras vidas. Tenemos que gritar, alto y claro que no sobra la política, hace falta más política y más gente haciendo política.

Voy a gritar que no quiero políticos deshonestos, corruptos e interesados, que no quiero sindicalistas que no miren por los trabajadores, pero como quiero que cada cual desarrolle su función de la mejor manera posible, sin criminalizarlos. Porque no creo en la solución de quitar de  en medio a los partidos o sindicatos, si las actuales organizaciones no son perfectas lo que tenemos que hacer es trabajar para cambiarlas pero, si en lugar de cambiarlas las destruimos, vendrá un “salvador” a decirnos qué y cómo tenemos que hacer.

Voy a gritar que quiero una Administración fuerte y poderosa, unos poderes públicos que afronten la prestación de los servicios públicos sin discrecionalidad, desde la esfera de lo público, porque nada me ha demostrado aún las ventajas del ejercicio privado de las potestades públicas.

Voy a gritar, por último, que no creo en la desilusión, en el desanimo ni en la tristeza, creo en la fuerza de la ilusión, en la potencia de la alegría, en el ímpetu, en la vitalidad que ofrece luchar por lo que se considera justo.

Nos quieren tristes, desanimados y desilusionados, así estaremos más dispuestos a aceptar cualquier decisión. Ya está inventado, y yo no quiero sufrir síndrome de Estocolmo, por eso debemos gritar, desde la posición de ciudadanos libres y el respeto a la legalidad vigente, para que se oiga nuestro descontento y nuestra decisión de no dejarnos avasallar.

6 comentarios:

  1. Comparto todo. Reflejas muy bien lo que pensamos la mayoría de los españoles..
    Saludos. Raúl C.

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  2. Sin cansancio, Angélica, aunque nos digan que no nos signifiquemos...

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  3. Gracias por compartir este post conmigo. Quiero gritar contigo y con todxs lxs que quieran gritar. Hay que gritar por dignidad, por ética, por política, por solidaridad y porque nos sale de dentro. Un abrazo.

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  4. Para gritar contigo, incluyo esta noche este post en mi blog http://manuelcasal.blogspot.com. Espero que te parezca bien. Gracias.

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  5. Me parece perfecto, no puedo contestarte por Twitter ya que tengo la cuenta suspendida sin aviso.

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